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Hernandez Sebastian
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22 dic. 2022
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Los retos de la industria textil para 2023

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Hernandez Sebastian
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22 dic. 2022

Después de dos años de crisis sanitaria, los fabricantes de textiles y prendas de vestir esperaban un mejor año en 2022. Tras la invasión a Ucrania, ahora se enfrentan a nuevos desafíos que imponen presiones a los flujos de capital ya agotados, desde la crisis energética hasta el precio de los materiales y los cambios estructurales en el abastecimiento internacional.


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Contexto de incertidumbre energética



La electricidad y el gas son protagonistas en las preocupaciones de los fabricantes textiles europeos al iniciar el nuevo año. Los riesgos de insuficiencia energética están en su punto más alto, mientras que los sitios de producción intentan urgentemente equiparse con células fotovoltaicas. Esta crisis del gas y la electricidad es también fuente de tensiones entre los sectores textiles europeos: determinados países, como España y Portugal, han logrado desvincular los precios del gas y la electricidad con el fin de minimizar el aumento de las facturas. No obstante, esta distorsión de la competencia genera tensiones más allá de los Pirineos.

Además, si bien la pandemia había paralizado casi por completo a los sectores de textil-confección de todo el mundo, la crisis energética se centra en Europa, acentuando la brecha de precios con otras posibles zonas productivas. En ausencia de suficiente apoyo público a pesar de los deseos de soberanía industrial, los representantes industriales creen que ya no se puede descartar el escenario de una nueva ola de deslocalización masiva de la producción.


Elección y precio de los materiales



Además, el sector no ha terminado de superar la crisis del precio de los materiales y el transporte. Para este último, el índice Harpex para el costo de fletamento de buques portacontenedores sigue siendo casi un 100 % más alto que los niveles observados en enero de 2020.


Composición de la producción mundial de fibras - Textile Exchange


En cuanto a los materiales, la invasión a Ucrania provocó preocupantes fluctuaciones de precios durante 2022. Sin embargo, las fibras sintéticas representan casi dos tercios de las fibras textiles producidas en todo el mundo, especialmente desde la crisis del algodón de 2010/2011. Si bien los precios han bajado gradualmente, la mayoría se han sumado a una nueva normalidad con precios más altos que antes de la pandemia.

En un contexto geopolítico aún incierto, para los compradores surge más que nunca la cuestión de optar por materiales naturales, que los consumidores dicen preferir. No obstante, esta intención debe adaptarse a la situación actual de una industria algodonera fuertemente afectada. Además, el codiciado algodón orgánico (24 % del algodón producido en 2021), actualmente debe enfrentar diversas sospechas de fraude: la ONG Textile Exchange ha advertido sobre la brecha inexplicable entre las cantidades producidas y las cantidades mencionadas en las colecciones de las marcas.


Transformación del abastecimiento global



El aumento en el costo de los materiales incluso ha afectado la repartición geográfica del abastecimiento internacional. Debido a factores como el escándalo de la población uigur y la inconstancia de la producción ligada a la política de “Covid Cero”, los pedidos occidentales se han desplazado del mercado chino hacia países vecinos.


IFM


Bangladesh, Pakistán, India, Birmania y Vietnam se han beneficiado de la situación, pero la relajación de las restricciones chinas en diciembre de 2022 bien podría cambiar las reglas del juego para 2023.

Atrapados entre su deseo de acercar la producción y el pragmatismo vinculado a las consecuencias presupuestarias de los recientes aumentos de los costos, los compradores inician 2023 teniendo que hacer frente a procesos complejos de arbitraje.

Debido a que los pedidos crecen más en valor que en volumen, los fabricantes ya temen un estancamiento en los volúmenes que continuará incluso cuando los costos de producción disminuyan nuevamente. Este escenario tendría un efecto nocivo sobre su rentabilidad.


La inflación como jueza de las crisis



Energía, materiales, abastecimiento… Estos tres retos tendrán un cuarto elemento como juez de paz en 2023: el consumo. Frente a la reducción del consumo adoptada por los consumidores de ropa deseosos de consumir menos pero mejor, la inflación ahora trae consigo una reducción del consumo impuesta por el contexto económico. Los productos terminados de confección y calzado ya no forman parte de las prioridades de los consumidores, una nueva realidad cuyos efectos se sentirán en los pedidos de toda la cadena productiva.
 

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